Monte Athos

Monte Athos es el nombre que recibe el área montañosa que conforma la península más oriental de las tres que se extienden hacia el Sur desde la península Calcídica, situada en Macedonia central, al norte de Grecia. En griego se la llama Άγιον Όρος (Ágion Óros, montaña sagrada). En épocas clásicas, la península fue llamada Ακτή (actí).

Es el hogar de 20 monasterios ortodoxos que conforman un territorio autónomo bajo soberanía griega (Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada). En el Monte Athos sólo pueden vivir monjes y la población actual (2005) ronda los 1.400 habitantes.

Monte Athos es una comunidad monástica fundada en 963 cuando San Anastasio estableció el monasterio de La Gran Laura que sigue siendo hoy en día el mayor de todos los del estado.

El Imperio Bizantino se derrumbó en el siglo XV y fue sustituido por el nuevo Imperio Otomano, de carácter islámico. A los monasterios se les impusieron impuestos elevados. La población de monjes disminuyó en los siglos siguientes y no empezó a recuperarse hasta el siglo XIX con las donaciones y los monjes procedentes de nuevos territorios ortodoxos como Rusia, Bulgaria, Rumania o Serbia. En 1912, durante la primera guerra de los Balcanes, los otomanos fueron expulsados de la península, que pasó a estar bajo soberanía griega a partir del final de la Primera Guerra Mundial.

Además de los monasterios, hay 12 pequeñas comunidades de monjes, llamadas sketae, así como diversas ermitas.

Para evitar cualquier tentación sexual, las mujeres tienen prohibida la entrada en toda la península. Tampoco hay animales domésticos de sexo femenino, con la excepción de las gallinas que proporcionan huevos frescos. Sin embargo, durante la Guerra Civil Griega, la península acogió a múltiples refugiados, incluyendo mujeres y niñas.

Monasterios destacados

  • Monasterio de Dionisiou: Está sobre un acantilado y fue construido en el año 1375.
  • Monasterio de Simonos Petra: Construido sobre un acantilado.
  • Monasterio de Agiou Pandeleimonos: Fue fundado en el siglo XI y reformado en el XIX. Los monjes que lo habitan son ortodoxos rusos. En él viven 35 monjes.

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Enlaces

“El Monte Athos es, probablemente, el lugar más impenetrable de Europa. Las mujeres y los animales hembra tienen prohibida su entrada, y los hombres precisan un permiso de ardua obtención para acceder a él.
La autorización para viajar a este Monte Santo se llama diamonitirion, y es de difícil consecución; previamente se ha de exponer ante las autoridades religiosas de Tesalónica (en el “Pilgrims’ Office”) y al “Department of Political Affairs of the Ministry of Macedonia and Thrace” unos motivos claros y relacionados con la vida monástica para lograrlo, pues el Monte Athos posee un status especial dentro de Grecia, casi similar al Vaticano en Italia, aunque para asuntos religiosos se dirigen al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, como allí siguen llamando a Estambul. Diariamente conceden a diez personas el privilegio de recorrer durante cuatro días improrrogables ese territorio tan hermético.

La Península de Calcídica, o Khalkidhiki, en el Mar Egeo, se compone de tres “dedos”: Kassandra, Khersonisos Sithonia, y el tercero es llamado Ágion Óros, o Monte Athos, un lugar religioso cuyo primer monasterio cristiano fue fundado en el siglo IX. Actualmente la población es de alrededor de 1600 monjes, pero en el pasado albergó a 5000. Además de los veinte monasterios oficiales también existe lo que se llama “skites”, o casas de monjes en el territorio de cada abadía (que en general son Griegas, aunque también se hallan dos skites Rumanas), y ermitas donde los monjes ayunan y realizan sus plegarias al Todopoderoso.

Cada monasterio es una maravilla y contiene tal cantidad de regalos de Reyes y Emperadores, gemas preciosas únicas en el mundo, frescos primorosamente acabados, una incalculable cantidad de iconos centenarios dibujados con maestría infinita, lámparas de oro macizo, manuscritos antiguos, Biblias de los primeros cristianos, cálices y otras reliquias, etc., además de una arquitectura asombrosa. Si se multiplican por veinte todas estas prodigiosas riquezas, los tesoros que alberga el Monte Athos están más allá de la imaginación.

Desde Ouranoupolis cada mañana zarpa una gabarra hacia el puerto de Dafne. A pie no está permitido viajar. Una vez que atraviesas el control mostrando tu diamonitirion puedes abordarla. Al arribar a Dafne hay que proseguir hasta Kariai, o Karies, donde de nuevo hay que presentar el permiso a las autoridades religiosas y al prefecto o representante del Gobierno Griego. Tras ese último trámite uno es libre de recorrer a placer esa península durmiendo en cualquiera de sus veinte monasterios en forma de fortalezas con la condición de arribar antes de la puesta del sol, pues sus portones se cierran hasta el amanecer.

Tan pronto como arribas a un monasterio has de dirigirte al encargado de acoger al visitante, que es conocido como archondaris, quien primero te invitará a un ouzo (aguardiente griego) con unos dulces llamados “baklava”, te explicará los horarios de los servicios religiosos y del refectorio, y te mostrará el Katholikon, o interior más íntimo y sagrado de la iglesia en el centro del Monasterio, que se llama Kyriako, y es el foco de reunión de los monjes los domingos y las fiestas de guardar para compartir las albricias. A continuación te mostrará tu archondariki, o habitación, que es tipo celda, donde puedes dormir una sola noche.

Recuerdo como si fuera ayer la impresión que me produjo la primera vez que me fue mostrado mi cuarto en el Monasterio de Simonos Petras, entré y ¡Dios mío qué emoción! ¡Voto a bríos que aquello era de una belleza extraordinaria, superando la visión del Palacio del Potala en Lhasa! La celda que me asignaron tenía las vistas al mar y se encontraba en un piso muy alto de ese escarpado monasterio erigido sobre rocas poderosas

El día de mi partida a Ouranopolis sentí un gran vacío y mi corazón se afligió. Intuía que esos diez días eran irrepetibles. Y aunque seguí viajando durante las temporadas que mi trabajo en la Costa Brava española me permitía a lugares exóticos donde me acaecieron muchas cuitas que sorteé con gallardía y conocí a gente gentil además de contemplar innumerables fenómenos de la Naturaleza, nunca más en mi vida volví a experimentar una satisfacción interior tan profunda como esos diez días en los monasterios del Monte Athos.”

Extraído de www.viajeros.com/diario-1671.html